" - ¿Qué desea para esta noche?
- Lluvia, un buen libro y un delicioso chocolate caliente, por favor."
Hoy es una tarde perfecta, de esas en las que solo me apetece tumbarme en la cama con un buen libro y una taza de ese dulce chocolate caliente que hace entrar en calor mis manos. Creo que me permitiré ese capricho, hace tiempo que no tengo momentos así. Abro el libro por esa página que abandoné hace demasiado tiempo. Empiezo a leer la primera línea y, como bien esperaba, me sumerjo en un inmenso placer. El poder de la imaginación es más fuerte de lo que recordaba. Cada línea que leo me permite imaginarme la historia en mi cabeza, me permite hacerla mía. Pierdo la noción del tiempo. Las horas parece que tienen complejo de segundos, pretenden ser como ellos.
Intento centrarme en el libro y por un momento creo conseguirlo, pero de repente vuelvo a la realidad. Escucho todas y cada una de las gotas que caen desesperadas por llegar las primeras al final de su viaje. Cada una de ellas tiene un mensaje, un propósito. Me pongo en frente de la ventana, tan cerca que casi me creo capaz de atravesar el fino cristal que me separa de ese inmenso frío. Tres gotas de agua se posan enfrente mía. Como niños pequeños inician una carrera lenta y pausada que me incita a mirarla. El bao se apodera de mis vistas y las gotas que antes estaban delante, ahora han desaparecido. ¿Y si alguna de esas gotas algún día brotó de mis ojos?
El frío se apodera de mí. Noto como me va penetrando poco a poco. Lo hace despacio pero no piensa detenerse hasta que no llegue a mis huesos. Por suerte tengo mi tazón de chocolate esperándome en la mesita que acude en mi rescate con la ayuda de un buen libro y una manta calentita. Desde luego, esto es lo único que me apetece hacer ahora, desconectar disfrutando de una buena lectura.
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