"- ¿Para qué quieres que te diga que te quiero si ya lo sabes más que de sobra?
- A veces con saberlo no basta. Necesito oírlo, necesito que me lo digas tú."
Hoy no estoy aquí porque sea el Día del Padre, creo poco en las fechas así. Pienso que solo son una excusa más para que compremos cosas, ya que si no compramos nada o no tenemos ningún detalle con nuestro padre se supone que ya somos unos malos hijos o algo por el estilo. Pero ya que lo que piense alguien como yo no va a llegar a ningún lado, seguiré la corriente que nos lleva a todos a decir unas palabras bonitas una vez al año a alguien tan especial como lo es un padre.
Me coges de las manos, me miras a los ojos y me pides que confíe en ti. No sé cómo lo haces, me transmites tranquilidad y seguridad. Pongo mis pies sobre los tuyos y empieza a sonar esa angélica música que nos incita a bailar ese vals tan esperado. Tú guías mis pasos. Necesito que seas mi guía en este baile tan difícil como lo es la vida. Necesito de tu experiencia y de tu sabiduría. Necesito tus consejos para sobrevivir cada día.
La música no cesa. Me miras a los ojos y ves que ando algo perdida. No sé que hacer. Esto es nuevo para mí. Cada día que pasa es un nuevo reto, pero para eso estás tú, para enseñarme a superarlo, para enseñarme un paso más de ese baile interminable. Pasan los días, los meses y los años, y, aunque crezca, sigo siendo esa niña pequeña que admira a su padre. Por eso te pido una vez más que no cambies, porque tú eres mi reflejo, mi pilar de referencia. Gracias a ti soy quién soy. Gracias a ti tengo la fuerza de voluntad que me permite seguir adelante todos los días, aunque no estés tu, porque siempre te llevo dentro de mí. Te llevo en mis recuerdos, en mis alegrías y mis penas, te llevo siempre conmigo. You are my stairway to Heaven.
Gracias, gracias, mil veces gracias a ti papá, por haberme dado una hija tan maravillosa. Os quiero tanto.
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