Y van llegando esos días en los que el frío penetra en mis huesos y me siento vacía. Van cayendo todas las hojas de los árboles al igual que caen recuerdos, ilusiones y esperanzas. El día se acorta y oscurece antes, las calles se quedan vacías y solo el viento las recorre arrastrando la voz de aquellos días de verano que ya hace tiempo que terminaron. La única melodía que suena es el de las gotas impactando contra el asfalto. Llega esa época del año que me hace sentir descolocada, fuera de lugar. Esa estación que cambió tantas cosas y dejó tantas cicatrices....
Algunos domingos acostumbro a ver las mismas películas que vi contigo e incluso cierro los ojos y recuerdo como era querernos. Algunos días te echo más de menos que otros, echo de menos nuestras miradas de complicidad. Mis manos ahora, desprotegidas sin el roce de las tuyas, se encuentran desnudas ante el frío. Algunas tardes me dedico a explorar el horizonte mirando fijamente a la nada intentando ganar un pulso a lo imaginario. Otras simplemente las paso escribiendo, reproduciendo los gritos de mi corazón, deslizando mis dedos y dejando la mente en blanco. ¿Cuántos años pasaron desde aquel primer día? Incontables, intocables. Jamás sabría decir como empezó todo esto y mucho menos sabría explicar cuando deja de existir, cuando acaba, cuando dejas de sentir dolor. A veces mis ojos se empañan por unos instantes cuando una ráfaga de recuerdos invade mi mente. Pero solo es a veces y si aparto la mirada se me pasa. Otras veces mi cuerpo te echa de menos cuando siente el frío del otoño, pero cuando te acostumbras a ser fría el frío no parece tan malo. Jamás creo que voy a acostumbrarme a estas fechas, a los otoños donde empezó todo, a eso inviernos fríos que tú volviste cálidos... a tus recuerdos en general.
Algunos domingos acostumbro a ver las mismas películas que vi contigo e incluso cierro los ojos y recuerdo como era querernos. Algunos días te echo más de menos que otros, echo de menos nuestras miradas de complicidad. Mis manos ahora, desprotegidas sin el roce de las tuyas, se encuentran desnudas ante el frío. Algunas tardes me dedico a explorar el horizonte mirando fijamente a la nada intentando ganar un pulso a lo imaginario. Otras simplemente las paso escribiendo, reproduciendo los gritos de mi corazón, deslizando mis dedos y dejando la mente en blanco. ¿Cuántos años pasaron desde aquel primer día? Incontables, intocables. Jamás sabría decir como empezó todo esto y mucho menos sabría explicar cuando deja de existir, cuando acaba, cuando dejas de sentir dolor. A veces mis ojos se empañan por unos instantes cuando una ráfaga de recuerdos invade mi mente. Pero solo es a veces y si aparto la mirada se me pasa. Otras veces mi cuerpo te echa de menos cuando siente el frío del otoño, pero cuando te acostumbras a ser fría el frío no parece tan malo. Jamás creo que voy a acostumbrarme a estas fechas, a los otoños donde empezó todo, a eso inviernos fríos que tú volviste cálidos... a tus recuerdos en general.
Qué bonito! Eres una gran persona..
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! :)
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