Y aquí estoy, sentada en mi habitación una vez más, la misma habitación que siempre he conocido. Han pasado ya diez meses y parece como si el tiempo se hubiese quedado quieto. La gente me pregunta cómo me fue, y la verdad es que nunca sé qué responder. ¿Cómo puedo resumir un año entero con tan solo una corta respuesta? Todo me resulta familiar, pero al mismo tiempo todo es diferente. Mi interior grita tratando de encontrar una manera de expresar que ya no soy igual, que ya no soy la misma cautelosa persona que se fue hace unos meses. He regresado sabiendo quien soy. Pero, ¿cómo explicar todos estos cambios sin sonar arrogante o egocéntrica? Es algo que muchos creen entender, pero que solo pocos lo han logrado vivir.
Haber sido una estudiante de intercambio ha sido uno de los retos más increíbles de mi vida. Cuando realmente lo pienso me doy cuenta de que es totalmente una locura. El hecho de ir a un país desconocido, donde no conocía a nadie ni hablaba el idioma. No tenía ni idea de lo que me podía esperar al otro lado del charco. Pero había algo más fuerte, había algo en lo desconocido que me hizo decir adiós a mi vida y a las personas que quiero por un año para descubrir no solo el mundo, sino también a mí misma.
No es un camino fácil, si algo, es uno de los más grandes desafíos a los que me he enfrentado, y doy gracias a la organización United Studies por ello. Las personas piensan que estudiar en el extranjero es todo diversión, viajes y hacer nuevos amigos, pero los que ellos nunca sabrán son todas las dificultades que tuvimos que superar. No sabrán como luchamos con nosotros mismos cuando vemos a nuestras familias y amigos compartiendo fotos de sus salidas y reuniones a las que siempre hemos ido y convencernos de que somos felices aquí y que no cambiaríamos de lugar. No sabrán nada de los nervios que sentimos cuando el primer día de clase vemos a todos abrazándose a nuestro alrededor y nosotros seguimos sin saber dónde está la clase A067. No sabrán lo difícil que es explicar a tu consejero de estudios que necesitas cambiar tu matrícula entera porque ésta no sigue los requisitos que necesitas para una posterior convalidación de estudios en tu país de origen. No sabrán lo que se siente cuando tu autobús no está donde debería estar, ni lo frustrante que es que cambien el autobús y no te digan cual es tu número. No sabrán lo que es llegar a una casa de extraños y asimilar que ahora serán nuestra "familia". No sabrán de todas esas noches, en las que tan solo el olor de un perfume nos puede traer lágrimas a los ojos y recuerdos de nuestro hogar. Es un proceso difícil, uno que no cualquiera puede sobrellevar, y debe ser admirado, pero las lecciones que aprendemos por las bajas, no se comparan con las altas.
En un tiempo, las situaciones incómodas se convierten en divertidas anécdotas, y la soledad se convierte en una lista salidas y planes. Aprendemos cómo movernos en un autobús, y el idioma ya no nos asusta. Las personas nos preguntan si extrañamos nuestras familias, pero simplemente respondemos con un "sí y no". Empezamos a descubrir que no hay nada "normal" y que la única cosa que encontramos extraña es que no queremos volver a casa. De pronto, comenzamos a cambiar nuestro significado de hogar. El hogar ya no es un lugar, sino un sentimiento. Hogar son todas y cada una de esas personas que son importantes para nosotros, y que nuestro hogar será siempre donde estén ellas. Personas que hemos conocido hace tan solo unos meses, poco a poco, comienzan a formar una gran parte de nuestra vida. La familia ya no solo se extiende a la biológica, pero a todos aquellos que han encontrado un camino a nuestro corazón y con los que nos sentimos nosotros mismos. Las nacionalidades y los limites son inexistentes. Comprendemos que después de todo, todos somos personas que amamos, reímos y sufrimos de la misma forma. Y estamos agradecidos de haber encontrado a esas almas gemelas que habíamos estado tanto tiempo buscando.
Los días se convierten en semanas, y las semanas en meses. Nos damos cuenta de que el tiempo esta pasando muy rápido y aún tenemos una larga lista de lugares a los que queremos ir y cosas que queremos hacer. Pero sabíamos que eventualmente esto llegaría a su fin y, a pesar de querer quedarnos, tenemos un boleto de regreso a casa. Nuestro corazón está roto inesperadamente en pequeños pedazos que se irán a diferentes países del mundo, sin saber cuando los volveremos a encontrar. Pero de alguna manera encuentran una forma de volver a unirse con los recuerdos que tenemos de ellos.
El dolor de vivir en dos mundos donde no pertenezco completamente es devastador, pero al mismo tiempo sé que es un pequeño precio a pagar por todo lo que he ganado. Los momentos que tuve y los recuerdos que creé son algo que ni el tiempo ni la distancia jamás me podrán quitar. Y aunque duela tener mi corazón en diferentes rincones del mundo, si lo tuviera que hacer una vez más no dudaría en decir que sí.
Muchas gracias por compartir tu experiencia.
ResponderEliminarUnited Studies estamos orgullosos de ti y de tu valentía :)
Muchísimas gracias a todos vosotros por haber hecho posible esta magnífica oportunidad.
EliminarMuy bien descrito, me he sentido totalmente identificada con lo que has dicho, yo tuve tu misma experiencia pero hace más de 30 años, sin moviles, sin internet, solo el telefono. Y entonces si que estabamos a años luz del resto de europa. Me parece un relato muy acertado. Enhorabuena y tranquila es muy dificil que te entiendan quienes no la han tenido por eso siempre aconsejo a mis alumnos que salgan de su zona de comfort y vivan esta maravillosa experiencia que es vivir en otro pais! Soy Sarin Vilar.
ResponderEliminarTienes razón, ahora con todas las tecnologías que tenemos todo se hace mucho más fácil. ¡Muchísimas gracias!
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