"Tú eres mi polo opuesto"
Como esas gotas de lluvia que se deslizan sobre un cristal una fría tarde de invierno. Como esas chispas que brotan de un tronco de leña ardiendo una fría tarde de otoño. Como esos hielos que refrescan una bebida una calurosa noche de verano. Como esa manta que te arropa una tarde cualquiera de abril mientras observas como el viento golpea la ventana. Como ese frío que quema. Como ese calor que te hace sentir bien. Así somos, extremos opuestos, fuego y hielo. Tú con tus mil brotes de ira hacia mi persona cuando te defraudo, yo con mis crudas palabras de reproche cuando algo no funciona. Tú con tus tiernas palabras que me envuelven en calor cuando todo va mal. Yo con mis fríos métodos de hacerte razonar cuando te calientas y veo que vas a explotar. Tal vez nuestra química sea algo imposible de entender, pero ¿qué más da? No somos Dioses jugando a crear vidas, ni somos científicos encajando esta reacción química ni tan siquiera historiadores estudiando esta leyenda.
Tú que lanzaste flechas ardientes a este helado corazón y poco a poco lo derretiste haciéndolo entrar en calor, necesitando cada día un poquito más de ti, este corazón necesitado de tu cariño, que pide a gritos que sanes las heridas que la guerra pasada le dejó, pidiendo que cierres las cicatrices que otros abrieron, pidiendo que lo hagas tuyo, que jamás lo dejes. Tú que con tus rabietas de niño pequeño me hiciste volver a sentir inocente, despreocupada porque sabía que ibas a estar ahí pasase lo que pasase. Yo que con mis noches amargas me vuelvo fría y te aparto, me hago a la soledad y dejo que lo malo me envuelva pensando que si yo tengo lo malo a ti te va a tocar lo bueno. Yo que con mis días de necesitarte llego a extremos casos de volverte loco, y me siento feliz al pensar que te tengo a mi lado, cuidando de mí, de mis pequeños pasos.
Duras son las noches en las que no te abrazo, y los días que la distancia nos puede, nos aparta y nos retiene, duras son las peleas que nos envuelven rompiendo la paz que me transmites, tirando por los suelos y quebrando todo lo que hasta ahora habíamos logrado construir. Duros son los momentos en los que necesito que me susurres te quiero y no estás, esos en los que necesito un abrazo pero tus brazos nunca están...
Pero no importa, no importa porque si algo sale mal arrancamos esa hoja y la encerramos en el cajón del olvido, y esperamos a que todo simplemente vuelva a ser como antes. Poco a poco hacemos nuestras las dificultades y cada vez es más fácil saltarlas, pero también son más dolorosas las veces que tropezamos.
Pero vuelves a derretirme el corazón cuando cierro los ojos y te imagino detrás de mi y el viento arrastra tu voz desde donde estás dejándome percibir un leve te amo, uno de esos que aunque suene flojo te hace sentir más fuerte que nada, uno de esos capaz de superar cualquier adversidad, uno de esos que me hacen quererte cada segundo un poquito más.
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